Los oficiales de la Armada observaban el cielo en busca de vientos para el crucero. Sin embargo, el levante que beneficia al Juan Sebastián Elcano apenas soplaba desde el viernes. Una niebla intentaba envolver los cuatro palos del crucero emblemático de la Armada que, en el primer sábado después de la Pascua Militar, iniciaba su XCVII crucero de instrucción con 76 guardiamarinas y más de 100 personas a bordo.
Los aspirantes a oficiales de la Armada llegaron en formación al convento de Santa Cruz a las nueve de la mañana. Allí, el capitán Checa, pater del velero, ofició una misa en la que los oficiales se encomendaron a la virgen del Rosario, patrona de Cádiz, para que les amparara en la travesía. Tras la eucaristía, los guardiamarinas llevaron una talla de la virgen hasta el puerto para embarcarla.
Más de 1.500 familiares estaban en el muelle para despedir a la dotación del Elcano. A bordo, los suboficiales se preparaban mientras llegaban los futuros oficiales. Tres minutos antes de las 10, la sirena del velero anunciaba la llegada de los guardiamarinas. Al ritmo de la música, los guardiamarinas formaron frente al barco y se embarcaron el comandante Carreras-Presas y el Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada, Piñeiro. La Princesa de Asturias despertó aplausos y piropos al saludar a la bandera izada en la popa del barco.
Se prepararon los honores al Rey mientras parte de la dotación subía a los palos para cubrir las jarcias. La unidad de música interpretó un paso doble y se embarcó el presidente de la junta, Juanma Moreno.